Ya estamos a vueltas con la dichosa Cueva de Altamira. Ahora que se ha pasado la resaca de titulares sobre su reapertura o no, podemos comentar el tema anunciado en la última reunión del Patronato. Pero para ello debemos retrotraernos varios años antes y algunas reuniones anteriores en las que el Gobierno de Cantabria, presidido entonces por el señor Revilla y ahora por Ignacio Diego, presionaba para estudiar la posibilidad de la apertura de Altamira al público, Obama incluido.
Por entonces, comienzos del año 2010, ya en enero, tanto en FITUR como en la cena de gala de la Asociación de la Prensa de Cantabria, Revilla hacía las primeras alusiones a que iba a “conseguir la reapertura de la cueva”.
Más tarde las declaraciones se convertirían en una campaña pública de presión al Ministerio de Cultura y a los investigadores del CSIC, entonces encargados del estudio y conservación de Altamira desde 2008: ya en la reunión del Patronato de junio del mismo año, donde se constituyó el nuevo órgano gestor de la cueva, el presidente cántabro aseveraba que la postura de Cantabria es «inamovible, cueva abierta ya», «controlada, pero apertura».
Posteriormente, en octubre, afirmaba con cierta desesperación «Yo tengo que luchar a brazo partido por que esas cuevas se abran», a la vez que indicaba, no sin cierta razón, que «de nada sirve tener un Patrimonio de la Humanidad para que no lo vea nadie».
Poco después, en noviembre, debido a la presión mediática que el propia Revilla creó, no descartando algún toque por parte del Ministerio, matizaba sus intervenciones «¡Nadie se quiere cargar eso, yo no soy un insensato!», después matizaba que apoyar la reapertura de la cueva de Altamira es «de sentido común», si se hace con todas las cautelas y de forma experimental, para terminar diciendo que «voy a pelear y voy a ir a todos los programas a hablar de este tema».
Así el 11 de noviembre se reunió en Madrid la comisión de expertos para empezar a trabajar. Lo que resulta curioso es que a mediados de diciembre de ese año, justo después a la vez que la ministra Sinde anunciaba que “los estudios científicos realizados hasta la fecha han constatado que la evolución del estado de la cueva es positiva”, el Patronato de Altamira encarga a un grupo internacional de expertos la decisión sobre la reapertura de la cueva.
En síntesis, la decisión (política) de la reapertura se toma el 8 de junio de 2010 donde se decide que una comisión, constituida por representantes de todos las instituciones y expertos, fijara antes de final de año un régimen de visitas a la cueva de Altamira. Posteriormente se llevará a cabo un control continuado que permita decidir en cada momento si las visitas son sostenibles en el tiempo.
A partir de ahí grupos de expertos han estado realizando diversos estudios de no se sabe muy bien qué, mientras a la opinión pública se le salpicaba con altisonantes declaraciones como la realizada por el director del Museo de Altamira en julio de 2012 que decía que “la cueva no se abrirá de forma inmediata aunque lo decida el Patronato”.
Justo un mes después, y bajo la responsabilidad del ministro Wert, el propio Patronato en nota de prensa, comunica que se establece un Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso de la Cueva de Altamira por un periodo de 2 años, es decir, hasta 2014.
Finalmente, tras “concluir” el período de investigación entre más de 40 científicos, y reunirse el Patronato el pasado día 18 de enero de 2014, se hace oficial, el tipo del régimen de visitas que se establece -un grupo por semana formado por 5 personas más el guía con una duración máxima de 37 minutos- hasta finales de año, que es cuando se evaluarán los efectos sobre la conservación de la cavidad. Así lo comunica el secretario de estado de Cultura tras unas declaraciones esperpénticas del actual presidente de Cantabria que no tienen desperdicio.
En definitiva, todos los que quieran escuchar tenemos claro que la cueva no se abre al público sino que estamos asistiendo a la experimentación a través de colaboración ciudadana semanal durante unos meses. Posteriormente se decidirá si se abre al público y en que condiciones. Pero todo depende de a quién preguntes y en qué contexto: los políticos si están con los técnicos contestan que estamos en periodo de experimentación y hay que esperar; si están con los ciudadanos contestan que la cueva se reabre con el control de los técnicos, véase foto que acompaña este blog, correspondiente a la presentación de la reapertura de la cueva en FITUR 2014; y los científicos si están con los políticos dicen que siguen estudiando el comportamiento de la cueva mediante visitas experimentales, y si están con otros colegas en cursos de verano aseveran que la cueva nunca se abrirá al público.
Una cosa está clara, todo depende del cristal con que se mire: si la cueva resulta afectada por las visitas la culpa será de los técnicos y si se mantiene el estricto régimen de “visitas” los políticos se pondrán la medalla de la reapertura de la cueva, aunque todos sepamos que la cueva de Altamira no está abierta al público. Ellos nunca pierden. Y si no, al tiempo que el 2015 es año electoral.