López Linares termina, en Altamira, de grabar un documental en la cueva original

López Linares termina, en Altamira, de grabar un documental en la cueva original

El cineasta José Luis López Linares (Madrid, 1955), que cuenta con dos premios Goya en su palmarés, ha esperado muchos años para poder alcanzar su sueño de grabar en el interior de la cueva de Altamira un documental que forma parte de ese gran proyecto de Morena Films de reivindicar la figura de su descubridor Marcelino Sanz de Sautuola. Un objetivo que se materializará con tres importantes trabajos: el largometraje que dirige Hugh Hudson y que tiene a Antonio Banderas como principal protagonista; el documental ‘El maestro de Altamira’ que ha grabado López Linares, y una tercera y última filmación, que consistirá en una visita virtual en 3D, de la que también firmará este director madrileño, y que cuenta con un guión de José Antonio Lasheras, director del museo, con fines principalmente divulgativos.

Pero el origen de todo esto fue el documental que ha traído a López Linares estos días a Santillana del Mar, tras haber recorrido varios países del mundo, recabando información sobre unas pinturas que en su opinión son «el Museo del Prado de la Prehistoria».

El trabajo, según señala, surgió durante una larga conversación de sobremesa que Álvaro Longoria, productor de Morena Films, y él mismo compartieron con el escultor Joaquín Vaquero. La vehemencia y emoción con la que este último artista les habló de los bisontes de Altamira fue el germen de un documental que ha ido creciendo con el tiempo hasta convertirse en esos tres proyectos que se ruedan ahora. López Linares inició la grabación hace más de un año, aunque no ha sido hasta la pasada semana cuando ha podido introducir la cámara en la cueva, tras un larga espera para obtener los permisos. «Nunca dudamos de que el documental iba a salir adelante, porque desde el principio fue bien acogido por parte del Patronato y del director del museo José Antonio Lasheras. Se nos concedió el permiso incluso antes de que se abriese la cueva al público, pero tuvimos que esperar a que los científicos dictaminasen si era oportuna la entrada de visitas o no», reconoce.

En todo este tiempo, el realizador siempre ha tenido claro que el objeto de su documental, además de recordar la figura de su descubridor, tenía que ser divulgar por medio de imágenes la importancia de ese hallazgo.

«Hay una cosa que me ha quedado muy clara estos días y es que el arte no está sujeto a la evolución del hombre. Fijaros cómo se pintaba ya hace quince mil años», explica.

Tras acceder a la cueva con unas cuidadísimas medidas de seguridad, con un tiempo de rodaje de un máximo de 120 minutos al día, que iba disminuyendo según el número de técnicos que accedieran a la sala, López Linares reconoce que «poder permanecer en el interior de la cueva es algo increíble. Parece que esos bisontes están recién pintados. El reto ahora para mí, como lo sería para cualquier otro cineasta, es ser capaz de reflejar esa atmósfera. Esa sensación en las imágenes que luego van a ver miles de personas que no tendrán la oportunidad de contemplarlas».

Pese a esas restricciones a la hora de grabar, solo se le concedieron seis jornadas no consecutivas, se siente muy satisfecho con el trabajo realizado. «El mayor reto ha sido el tiempo, aunque también hemos tenido que ser muy cuidadosos con la temperatura y ha sido necesario utilizar un equipo especial de luces frías de alta reproducción cromática para no alterar la temperatura».

La grabación del documental también ha llevado al equipo hasta Siberia. «Nos interesa conocer como fueron las condiciones de vida por entonces con un clima similar al que hay ahora en Siberia», dice. La filmación se completa con imágenes de otras cuevas prehistóricas de Cantabria, como La Pasiega, El Castillo, El Pendo o La Garma. «Esta última también me ha impresionado mucho», concluye el realizador.

Vía eldiaromontanes