El descubrimiento de un fragmento de terminal de cinturón altomedieval hallado en la cueva del Aspio (Ruesga), en Cantabria, se produjo en el marco del proyecto de intervención arqueológica en la cueva del Aspio, en Ruesga (Cantabria), dirigido por Rafael Bolado del Castillo y Miriam Cubas desde el año 2013. Dos de ellos, José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca, especialistas en arqueología medieval, han sido los responsables de llevar a cabo el estudio de la pieza junto con los directores de la excavación.
En cuanto a la presencia de una pieza de ese tipo en una cueva como El Aspio, los investigadores ven «muy probable» que se deba a una pérdida accidental, ya que hasta el momento no se han hallado restos que puedan relacionarse con ella, aunque otras opciones, como su procedencia de un depósito sepulcral, siguen abiertas.
El adorno, de apenas 3 centímetros de longitud, está fabricado con una aleación de cobre. Servía para decorar el extremo de una correa de cinturón, haciendo juego con una hebilla que no ha sido localizada. Está decorado con un motivo de tipo vegetal en relieve, identificado como el «Árbol de la Vida», ampliamente representado tanto en la decoración arquitectónica como en las artes menores durante la Alta Edad Media y que conoció una gran difusión en Europa durante el siglo IX. Su ornamento parece ser imitación local en bronce y latón de modelos francos realizados en plata dorada, que toman como ejemplo terminales de correa y apliques de cinturón de la segunda mitad del siglo IX como los descubiertos en Roermond (Países Bajos) y Duesminde (Dinamarca).
La distribución de este tipo de objetos de adorno personal incluye todo el imperio carolingio, formado por Francia, gran parte de Alemania, Suiza y el norte de Italia, así como las regiones fronterizas de este espacio geográfico: los territorios eslavos del este, Escandinavia al norte, la Inglaterra anglosajona por el oeste e Italia meridional por el sur.