Ellas también investigan

Ellas también investigan

Un robot de varios metros dirige el tráfico al lado de un colegio en uno de los cruces más peligrosos de Kinshasa, en la República Democrática de Congo. “No cruces todavía que no ha llegado el momento”, le dice a un niño que se para a su lado perplejo. Lleva cámaras de vigilancia en los hombros, paneles luminosos en los brazos, con los colores de los semáforos, y otro solar encima, con el que se carga de energía. Lo han construido de forma artesanal, soldándolo a mano, un grupo de científicas de ese país, dirigidas por Thérèse Kirongozi, ingeniera en electrónica industrial, especialista en programación y presidenta de Women´s Tecnology, una cooperativa de ingenieras. En África mueren 26 personas a la hora por accidentes de tráfico.

“¿Se puede fabricar un robot en África?”. La propia científica plantea la pregunta ya respondida a un prestigioso auditorio reunido en la Fundación Ramón Areces de Madrid. Desde los científicos Margarita Salas, Carmen Vela, Carmen Castresana, Antonio Andreu, Silvia Carrasco, Laura Bravo, Basilio Valladares o Santiago Mas-Coma hasta los empresarios Ana Botín y Dimas Gimeno, la exministra Cristina Garmendia y la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela. Asisten a la jornada que arranca el ambicioso programa Ellas Investigan, de la Fundación Mujeres por África, cuyo objetivo es fomentar el acceso de las mujeres africanas a la investigación y visibilizar sus logros en la comunidad científica internacional. Empezarán por becar a seis investigadoras africanas que sean líderes de sus campos para que investiguen en centros punteros españoles el año que viene. Es solo el principio. “Un comité científico, formado por relevantes investigadores españoles y por los directores de los tres Centros Severo Ochoa y del Centro de Salud Carlos III, nos asesorará en este proyecto”, explica la presidenta de la Fundación Mujeres por África y exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

“El proyecto persigue generar redes de mujeres investigadoras y propiciar la creación de proyectos comunes”, explica la bióloga molecular y directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, integrada en el comité científico del programa. “Las mujeres africanas sí investigan, y muy bien”, afirma Blasco. Los datos lo demuestran. “La media de mujeres investigadoras en África es del 24%, aunque varía mucho según los países”, enfatiza. En cuatro naciones incluso alcanza el 40% (Namibia, Cabo Verde, Sudáfrica y Kenia); cuando en España es del 38,5%. El porcentaje de mujeres dedicadas a la investigación es considerado por los organismos internacionales un indicador para medir el desarrollo de un país. Al otro lado están Mali, Malawi, Togo, Etiopía y Ghana, naciones en las que el porcentaje de mujeres investigadoras no llega al 20%.

En contra de lo que muchos puedan creer, la producción científica en los países miembros de la Unión Africana crece más rápido que en el resto de las naciones, según demuestra el estudio African Innovation Outlook II, del pasado abril, que analiza los indicadores de I+D+I de 35 países africanos, haciendo una radiografía de qué y cómo se investiga en este continente. Así, el crecimiento de producción científica afecta principalmente a un sector, el de las ciencias de la salud, con el que están relacionadas el 45% de las investigaciones.

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