El yacimiento de las mil huellas

El yacimiento de las mil huellas

En Quintanilla de las Viñas, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda burgalesa, construyeron los visigodos hace más de 1.300 años una ermita dedicada a Santa María. Muy cerca de allí, se encontraban ya entonces los rastros de unos seres que quizá aquellos antiguos pobladores de la Península Ibérica hubiesen confundido con dragones. En el yacimiento de Las Sereas se han identificado ya más de 800 huellas de dinosaurios que se pasearon por la zona hace más de 140 millones de años, pero solo se han estudiado cinco de los catorce afloramientos que se conocen. “Podemos afirmar sin ningún problema que hay más de mil huellas”, afirma Fidel Torcida, director del Colectivo Arqueológico-Palentológico Salense (CAS) y responsable de la excavación.

El paisaje mesetario de hoy estaba ocupado en el tiempo de los dinosaurios por un lago, en torno al cual vivían varias especies de estos animales. Los saurópodos, herbívoros de cuello y cola largos, convivían con los carnívoros bípedos que se conoce como terópodos, de la familia de los tiranosaurios o los velocirraptores, y con dinosaurios acorazados como los estegosaurios. Algunos de ellos dejaron sus huellas en el barro a lo largo de los cinco kilómetros que hoy ocupa el yacimiento de Las Sereas. Estas marcas se secaron y pudieron mantener su forma cuando quedaron enterradas con el paso del tiempo. Los procesos geológicos posteriores las acabaron petrificando y permitieron que se conservasen hasta ahora.

En la última campaña de excavaciones, desarrollada este verano y presentada ayer en Burgos en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), los investigadores han encontrado decenas de nuevas huellas, y han identificado un rastro especialmente interesante: un paseo de 17 metros de un dinosaurio saurópodo en el que se ven 45 huellas de las patas delanteras y traseras del animal. Estas icnitas (así se conocen las huellas fosilizadas), algunas de medio metro de largo, corresponden a un dinosaurio de peculiares características que ya se había encontrado en otros sectores de Las Sereas, pero del que no se han encontrado rastros similares en ninguna otra parte del mundo ni se puede asociar a huesos fósiles conocidos. Ahora, Torcida y su equipo trabajan para certificar estos recientes descubrimientos y ponerles el marchamo de calidad de una revista científica. De momento, ya saben que tenía unas patas traseras de tres metros de largo.

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