La iglesia de Santa María de la Asunción de Laredo es una de las más representativas del gótico costero de Cantabria, ya que adopta la tipología de tradición cisterciense borgoñona, con dos órdenes o altuas (arcadas y ventanales), creando espacios amplios de proyección más horizontal que vertical, como se observa también en Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera y Catedral de Santander.
Dominando la Puebla Vieja (estructura urbana reticular de seis calles, cuya muralla con sus puertas data de estas mismas fechas), se halla este amplio templo que comenzó a construirse a principios del siglo XIII, -por iniciativa de Don Pelegrín, clérigo a quien Alfonso VIII había concedido numerosas rentas de iglesias y heredades-, sobre otro anterior dedicado a la Virgen de Belén. El plan original tenía tres naves con sus ábsides semicirculares, pero mediada la construcción se amplió a cuatro, realizando una nave mayor junto a la que iba a ser la principal, tomando ésta la advocación de Belén, en recuerdo de la iglesia antigua. Todas las bóvedas son de crucería. A sus pies se abre la antigua puerta principal.
La actual puerta de ingreso se encuentra en el muro meridional, fue realizada en el siglo XIV y muestra dos arquivoltas decoradas con santos y ángeles. Está protegida por un pórtico del siglo XVI, ampliado en el siglo XIX.
A principios del siglo XVI se realizan nuevas reformas en el templo, consistentes en la apertura de nuevas capillas junto a la nave del evangelio, que constituyen una quinta nave; se construyó la capilla de la Concepción, delante del ábside de la epístola (1550); se reformó el pequeño ábside del evangelio para abrir la sacristía; se ejecutó la puerta norte de acceso al cementerio; y se levantó un nuevo muro, delante de la fachada oeste y la torre de la campanas, que se finalizaría en el siglo XVII.
En el siglo XVIII se edificó la nueva sacristía (1740), situada delante de los ábsides.
La escultura monumental es muy ingenua y fruto de varios talleres, destacando el que realiza los capiteles de la nave de la epístola, con temas figurativos naturalistas. Existen varios sepulcros góticos y un notable conjunto de retablos barrocos.
Mención especial merece el extraordinario retablo de Belén, obra flamenca de finales del siglo XV -incrustado en una estructura barroca-, cuyo autor se inspira en las pinturas de Roger van der Weyden.