¿Para que sirve la ciencia? ¿A qué se dedican los científicos? ¿Es la ciencia una inversión o un gasto? Si nos atenemos a la “política” de recortes que se está aplicando a diestro y siniestro, sin criterios ni visión económica, ¿o sí? Cada cuál que extraiga sus conclusiones.
A sus 30 años, el lucense Diego Martínez está considerado como el mejor físico europeo joven por la Sociedad Europea de Física, que otorga estas menciones cada dos años. Un reconocimiento que no le ha servido para conseguir una beca Ramón y Cajal, el programa estrella de incorporación de científicos de alto nivel que proporciona contratos de cinco años para que se queden en España. La comisión que juzgó su solicitud señaló su «poca relevancia internacional». Martínez ha trabajado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra y ahora lo hace para el Instituto de Física de Partículas de Holanda (Nikhef). (Diario El Pais).
Ana María Martínez Gil, química, trabaja en el Instituto de Química Médica del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) y ha tenido que suspender la investigación sobre el Alzheimer en la que estaba. Se ha acabado el dinero, así que no podrá seguir indagando, de momento, sobre el fármaco que analizaba para combatir tan terrible enfermedad. (Diario El Pais).
Un equipo científico en Oregón ha reprogramado existosamente células de piel humana para que se conviertan en células madre capaces de transformarse en cualquier otro tipo de célula del cuerpo. En este equipo hay una única española, la genetista valenciana Nuria Martí Gutiérrez, que fue despedida en el reciente ERE del Instituto príncipe Felipe de Valencia. (Diario Público).
El Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia ha impuesto un profundo recorte en su plantilla con el despido de 108 de sus 259 empleados, según han desvelado a EL BOLETIN fuentes de los trabajadores que reprochan que mientras se prescinden de los profesionales se gastan 3 millones de euros en organizar un campeonato de golf en Castellón.
Frente a esto, los trabajadores denuncian los ingentes gastos de la Administración valenciana: “3 millones de euros organizando un campeonato de golf de un fin de semana en Castellón o 15 millones en unas torres del arquitecto Santiago Calatrava que al final no se va a construir”. Asimismo, remarcan que se ha comprado “por un precio simbólico” la empresa Valmor Sports, encargada de la organización del Gran Premio de Fórmula 1, con la consiguiente deuda de 30 millones que arrastra. (El boletin.com).
Sólo tres ejemplos de los centenares de científicos sólidamente formados aquí, con nuestros impuestos, a los que se va expulsando de nuestros centros de investigación hacia la cola del paro o, los más afortunados, fuera del pais para incorporarse a grupos científicos alemanes, estadounidenses, ingleses, etc.
Replicando la manida y malinterpretada exclamación de Unamuno, pareciera que volvemos al “¡Qué inventen ellos!”. Como a D. Miguel nos embarga el pesimismo ante los duros tiempos que vivimos pero,a menudo, es mayor la estupefacción ante tanta estulticia o cinismo.
El capital humano está ahí, solo falta sentido común y gestores capaces para entender que la ciencia es inversión, una apuesta de futuro y no un gasto superfluo.