La Cultura como motor económico se pone a punto en Cantabria

La Cultura como motor económico se pone a punto en Cantabria

Reproducimos el artículo completo de Marta San Miguel que hoy 10 de mayo de 2013 publica El Diario Montañés en el suplemento cultural «Sotileza» sobre las industrias culturales como eje estratégico.

«Los derechos derivados de la película de George Lucas ‘ La Guerra de las Galaxias’ son superiores al PIB de un año de Bulgaria, un país de ocho millones de habitantes. No es de extrañar que en la meca del cine comercial nadie se cuestione su viabilidad como industria. Este mastodóntico ejemplo es la punta de lanza de otros tantos casos que a muy diversas escalas hacen del sector de la cultura uno de los asideros a los que una economía llamada a reinventarse se podría sujetar.

Las cifras que arroja el Anuario de Estadísticas Culturales 2012, que elabora el Ministerio de Cultura, aportan pruebas fehacientes de esta realidad. Es decir, si en 2009 la aportación del sector cultural al PIB español se cifró en el 2,8%, ahora ha ascendido al 3,6%. Los resultados ponen de manifiesto el peso significativo tanto de las actividades vinculadas con la propiedad intelectual como de las actividades culturales dentro de la economía española, dos áreas que se traducen en el empleo de 452.700 personas según datos correspondientes al segundo semestre del pasado año y que engloba las siguientes profesiones: escritores, periodistas y lingüistas, artistas creativos e interpretativos, archivistas, bibliotecarios, conservadores, afines y ayudantes, así como a profesionales técnicos del mundo artístico y cultural como editores, libreros o gestores.

«Las empresas culturales somos un sector productivo real, no hay nada de idealismo en la premisa de vivir de la cultura», dice Mónica Álvarez Careaga, responsable de Pecca, la Plataforma de las Empresas Culturales de Cantabria. Según las cifras del Anuario, en 2010 había 1.036 empresas culturales en la región, pero un año después, los indicadores marcan la existencia de nueve empresas más, hasta sumar 1.045 en plena crisis económica y con una destrucción de empleo salvaje (sólo el pasado año desaparecieron 36.000 empleos). «Somos profesionales autónomos o empresas pequeñas con personal muy cualificado, la mayoría a nivel universitario, que es innovador, dinámico y adaptativo, y que además registra un porcentaje de autoempleo femenino destacado», afirma. La Pecca, que nació para dotar de una «única voz» la defensa de todo el sector cultural privado «frente al gasto inútil y desmedido en obras, fastos o publicidad», aglutina por el momento a 33 empresas culturales. Su reto es seguir sobreviviendo en mitad de un huracán financiero y lo hace identificando oportunidades entre todas las calamidades que la crisis y los presupuestos mermados está trayendo. «El reto principal es desarrollar las redes nacionales e internacionales que han empezado a gestarse en los últimos dos o tres años. Debemos ser más exportadores», sostiene Careaga, que en su calidad de empresaria dirige con Carmen Quijano AC2, Actividad Contemporánea, una consultoría y agencia de desarrollo de proyectos de arte.

También la internacionalización es la clave para Isabel Lorente, responsable de AireAire, empresa de distribución y producción de espectáculos de teatro y nuevo circo que está sudando tinta para seguir adelante con un proyecto en el que trabajan media docena de personas en sus oficinas de Santander y Vizcaya. «Si la reducción de presupuestos limitaba nuestra acción, la puntilla ha sido pasar al 21 por ciento», dice. «Tengo que mirar a Europa para trabajar».

El efecto de esa subida fiscal y de los recortes que está sufriendo el sector puede repercutir en otros ámbitos productivos. «La importancia estratégica del sector es vital para impulsar otros ámbitos de la economía», apunta Ángel Astorqui, responsable de la empresa de conservación y gestión de patrimonio cultural Tanea. «Si un museo abierto tiene 150.000 visitas y da pérdidas reales sobre la inversión que hace la administración correspondiente, entiendo que un político lo vea fríamente y no le salga a cuenta tenerlo abierto, cuando se necesita en sanidad o educación. Pero lo que no valoran es que ese museo es un tractor de otros sectores que pueden vivir en torno a él como son los servicios y sobre todo el turismo cultural».

Según el Instituto Español de Estudios Turísticos, los viajes que los turistas internacionales realizaron a España por motivos culturales fueron el 19,7%, es decir, 9,4 millones de personas visitaron España en busca de otro turismo que discurre paralelo al de sol y playa, un flujo de turistas «culturales» que, como apunta Careaga, «gastó 8.522,2 millones de euros en su visita». En el ámbito nacional, el fenómeno también sostiene esta realidad, y según el estudio del Ministerio de Cultura, Cantabria es la tercera comunidad autónoma, por detrás de Madrid y País Vasco, más elegida como destino de vacaciones ‘culturales’. Sin un referente claro al que atribuir este tirón que apunta el Anuario, como puede ser el Guggenheim en Bilbao o los grandes teatros y museos madrileños, cabe preguntarse el horizonte de oportunidades que se abre con la llegada del Centro Botín y la presencia en el Arco Atlántico cultural que persigue el Plan Estratégico del Ayuntamiento de Santander.

Eso es el futuro, y los indicadores están ahí para marcar una senda de oportunidades en un momento en que la crisis está provocando el cierre de muchas empresas al tiempo que ha tumbado el antiguo modelo, enfrentado a su propia reinvención tras una dependencia de la subvención y el dinero público. El reto está en generar nuevas formas de negocio que no dependan de esa fuente de ingresos pero contando con las administraciones públicas como un cliente más. Por eso, desde Pecca demandan de las instituciones que la inversión en cultura debe sea «real, con contenidos que disfruten los ciudadanos y que utilicen sus capacidades, económicas y organizativas, para ayudar a exportar nuestra cultura».

«Aunque ha habido alguna subvención nosotros no hemos recibido ninguna, y aún así programamos ocho citas musicales a la semana», sostiene David Marchena, de la sala Black Bird de Santander. Si salen las pedirán, dice, pero mantienen su estrategia de fidelización de público mediante una programación que les ha convertido en un referente para promotores y grupos de todo el país. La ayuda institucional, en cambio, ha llegado de otra forma, que es introduciendo la cultura en la ciudad, haciéndola pieza angular de la vida de los cántabros. «Cuando abrimos en 2010 no había tanta actividad como ahora, y desde las instituciones ha habido un cambio que ha permitido que cada vez más salas puedan ofrecer música en directo», explica. La cultura está «en la calle, es cercana y los promotores ahora tenemos una puerta a la que llamar para agilizar los trámites o informarnos sobre cómo sacar adelante nuevas iniciativas con las que seguir haciendo viable vivir de la cultura», continúa ‘Chena’. «Queríamos ganarnos la vida», y trabajando de lunes a domingo consiguen generar seis empleos directos e indirectos con la combinación de propuestas gratuitas y de pago, remando con la crisis de cara.»