La ruta de los maquis por Val de San VIcente (Cantabria)

La ruta de los maquis por Val de San Vicente (Cantabria)

En esta ruta, el sendero no es un medio, es el fin en sí mismo. Y los pueblos del camino se presentan como excusas para realizar una parada. Sucede que son muy buenas excusas: Luey, Serdio, Abanillas, Portillo, Gandarilla, Estrada, Pesués, Pechón o Unquera. Forman el Camino de los Maquis, los escenarios en los que vivieron su historia de amor Paco Bedoya, el último guerrillero antifranquista abatido en España cuando huía a Francia después de haber resistido en los montes de Cantabria hasta 1957, y Leles. Su historia es la que más protagonismo cobra en el libro de Ana R. Cañil ‘La mujer de los maquis’.

Recuerdos como éste retumban en los paisajes Val de San Vicente, cogiendo con el corazón desprevenido a los visitantes que acaban de asomarse al radiante Cantábrico desde lo alto de los acantilados que dan a la playa de Prellezo, sin sospechar que por los senderos que recorren este municipio, cuyos pueblos se refugian del viento que viene del norte, se esconden los secretos de aquellos que lucharon, murieron, cayeron presos o acabaron huyendo al exilio tras ser conscientes de que se había perdido todo. Como bajo el efecto de un encantamiento, el vientre de Val de San Vicente se llena constantemente y no rebosa, es capaz de renacer sin límite, de fluir sin límite, de albergar todos sus habitantes con sus historias, las vidas y las muertes de los guerrilleros, de casonas blasonadas y gente de bien, del biselado expresionista de unos años de gente ajada, de luto y arrope, de burro y fonda, en busca de un futuro mejor. Al camino de los maquis, hasta el olvido le recuerda.

Este viaje es radial. Comienza en lo alto de Serdio, bajando la ladera, con la vista puesta en los Picos de Europa, a Portillo… Y de ahí se enfila una ruta de 14 kilómetros y unas cuatro horas de duración. Aquí las casas se orientan hacia el mediodía, ansiosas de sol, con solanas donde cuelgan las ristras de maíz, cebollas, guindillas, que son arte fundamental en la despensa para el invierno y que adornan los balcones desde hace siglos. Es una ruta de senderismo, con una duración aproximada de cuatro horas, en la que además de ofrecer la posibilidad de disfrutar con los espectaculares paisajes, se podrá contemplar los parajes donde Paco Bedoya y su novia Leles vivieron su historia de amor.

Vía eldiariomontanes